Por dónde empezar a abordar el proceso de digitalización
La transformación digital no es una moda, sino que ha llegado para quedarse. Los beneficios que puede aportar a nivel empresarial son tan importantes que es bastante previsible que las empresas que no la adopten más pronto que tarde, se queden atrás ante sus competidores y dejen de ser rentables. Si a alguien le quedan dudas aún a este respecto, que piense en lo que supuso la invención de la máquina de vapor, en cómo el ferrocarril revolucionó el transporte, por hablar solo de una de sus muchas aplicaciones. ¿Cómo les fue a las compañías que transportaban viajeros en coches de caballos?
En mayor o menor medida, todas las personas nos hemos ido digitalizando: el uso de los smartphones y de sus aplicaciones, o de otros dispositivos como los wearables, se extiende como una mancha de aceite y amenaza con cubrirlo todo. Por ejemplo, las listas de la compra que hasta no hace mucho garabateábamos en pequeños pedazos de papel, ahora se han visto sustituidas por aplicaciones. Estas aplicaciones permiten no solo compartir su contenido con otros habitantes del hogar, sino también guardar los artículos que se necesitan con más frecuencia, entre otras utilidades. Fijémonos en que no se trata simplemente de sustituir el soporte papel por un soporte digital, sino que es “algo más”, que facilita acciones que antes no podíamos hacer o que nos hubieran costado mucho (como recopilar todas nuestras listas de la compra para identificar los productos más comprados).
Sin embargo, aplicar esta digitalización al mundo de la empresa no es tan sencillo. Con frecuencia sus responsables quieren empezar este proceso en sus organizaciones, pero no saben muy bien por dónde empezar. Para abordar esta cuestión, hemos pensado que un buen punto de partida sería explicar qué no es transformación digital o, mejor dicho, qué no es transformación digital por sí solo:
- Las redes sociales. Nada más lejos de nuestra intención afirmar que las redes sociales no son necesarias para las empresas hoy en día. Más bien al contrario, son imprescindibles. En España, el 81% de los internautas de entre 15 y 55 años tiene un perfil en 5 redes sociales, según el Estudio Anual de Redes Sociales 2016 (IAB Spain 2016). Solo el hecho de que los clientes estén en las redes sociales y las utilicen para interactuar entre sí es motivo para que las empresas también dispongan de ellas. Pero abrir perfiles de empresa en Facebook y Twitter no es transformación digital. Ni siquiera aunque se actualicen con asiduidad.
- La página web. Tener una página web bien posicionada es hoy en día absolutamente imprescindible. Supongamos que nos han recomendado una empresa que nos fabrique bolsas personalizadas para nuestro negocio, pero no conocemos el teléfono. Entonces, escribimos el nombre de la empresa en Google y no nos aparece. ¿Qué impresión nos transmite esa situación? Por no hablar de que a lo mejor no descubrimos la manera de contactar. Y, sin embargo, esto tampoco es transformación digital.
Porque una empresa puede ser muy “moderna” de puertas para afuera, mediante la presencia en la red, pero totalmente arcaica en su gestión: internet puede convivir con los archivadores y las montañas de papel y con los procesos manuales y repetitivos. Así pues, tanto las redes sociales como una buena página web son parte necesaria de la digitalización, pero no son en sí mismas transformación digital.
¿Qué es, entonces, transformación digital? La digitalización se define como la aplicación de las técnicas más modernas y de la tecnología más compleja a todo el ciclo de producción de la empresa, para llevar a cabo procesos más eficientes. No se trata simplemente de adquirir un producto o servicio, sino de aplicar las nuevas tecnologías a todos los procesos que constituyen el negocio de la empresa, de manera que resulten más sencillos, más rápidos, más económicos y más efectivos. No es añadir un elemento tecnológico a la organización, sino transformarla por completo desde su interior.
Por lo tanto, la transformación digital es una cuestión muy compleja y diferente para cada empresa. Para que tenga más posibilidades de terminar con éxito, debe abordarse de forma individualizada, buscando consultoras especializadas que dominen diversas soluciones y sean capaces de identificar las que responden a las particularidades de cada organización. Y, por supuesto, que todos los miembros de la empresa sean capaces de salir de su zona de confort y de cambiar la manera de hacer las cosas, porque la base de la transformación digital no está solo en la tecnología, sino también en las personas.