Transformación digital: cosas que sí lo son y cosas que no
La expresión transformación digital se ha convertido en algo demasiado común en el mundo de la empresa y la tecnología en los últimos tiempos. Seguro que has escuchado esta frase en numerosos escenarios, aunque probablemente con diferentes significados, ya que se trata de un concepto muy amplio.
La mayoría de personas entiende por transformación digital la implantación de soluciones digitales de gestión, como ERPs, sistemas de procesamiento de datos en formato electrónico y muchas y muy variadas tecnologías relacionadas con Internet, como la creación de páginas web o de perfiles en redes sociales que, por sí solas, no representan este concepto. A continuación vamos a hablar con más detalle de lo que sí es transformación digital y a ofrecerte algunos ejemplos para que lo entiendas mejor.
Una perspectiva integral
Esta confusión de la que hablamos parte de la proliferación de innovaciones tecnológicas y de la percepción por parte de los ciudadanos de que no abrazar las nuevas soluciones digitales significa quedarse atrás. Su adopción en todos los sectores de la sociedad ha sido motivada por el cambio de enfoque que supone vivir en la era de la información.
Así, las empresas consideran que están en medio de este proceso mientras adoptan soluciones de última generación, pero la transformación digital en las empresas implica mucho más: se trata de un cambio de perspectiva que permita el aprovechamiento de las oportunidades asociadas a este proceso de reconfiguración social y económica; de incorporar las innovaciones como una vía para mejorar la operativa interna y acercarse más al interlocutor comercial, y, por último, de una filosofía holística capaz de convertir por completo una organización y posicionarla de cara al futuro.
Veámoslo con un ejemplo: por sí solo, el proceso de implementación de un CRM no supone transformarse digitalmente, sino utilizar una herramienta que puede promover dicha evolución. Claro está, gracias a este tipo de herramientas, la empresa será capaz de gestionar mejor sus relaciones comerciales, pero si no piensa en términos globales no será capaz de sacar partido a ese flujo de información de alto valor. Por otra parte, si no dedica esfuerzos a entender las nuevas formas de comunicarse del público y su forma de adquirir productos y servicios en la actualidad, estará limitando el potencial de las herramientas tecnológicas que tanto se afana en añadir a su arsenal.
Otro ejemplo: una organización dedicada a la venta de productos puede abrazar una nueva plataforma de comercio electrónico e integrarla con su software de gestión; no obstante, no obtendrá los resultados deseados si no comprende a tiempo el cambio de enfoque que supone derivar todo el peso de la comercialización a un sistema online, que implica tener en consideración aspectos como el SEO o la publicidad digital.
Gracias a ejemplos como estos, es fácil deducir que la transformación digital es, por tanto, un proceso, una filosofía o un punto de vista, más que una secuencia de actuaciones de aprovisionamiento tecnológico. No es opcional, ni algo que uno pueda elegir, sino un proceso global en el que todos estamos inmersos y que está redefiniendo por completo nuestra forma de hacer negocios.
La transformación digital en las empresas: una cuestión de adaptación
A lo largo de los próximos 5 años casi todos los actores del entramado económico español cambiarán, en mayor o menor medida, sus hábitos en relación a cómo buscan soluciones a sus necesidades. Se trata de un proceso vivo que lleva en marcha algún tiempo, pero su alcance es difícil de estimar. Las empresas, ante la incertidumbre asociada a esta revolución tecnológica, la ven como una carrera, a veces contra el mercado y otras contra su propia competencia.
De este modo, la transformación digital implica adaptación. Las organizaciones, como resultado de la introducción de nuevas herramientas en su operativa, modifican sus procesos de negocio y sus estructuras organizativas para adaptarse a la nueva sociedad digital y a sus necesidades, y también contratan nuevos perfiles de trabajadores y cambian sus procesos internos. De la misma manera, sus departamentos comerciales, ya sean internos o externos, utilizan otras estrategias para captar clientes a partir de nuevas metodologías de análisis, que aprovechan los datos existentes en cualquier empresa y que son su mayor activo.
Esta dinámica de adaptación es habitual en el mundo empresarial. En general, contar con mejores procesos y con recursos más modernos y actualizados suele aportar una ventaja competitiva. Pero la transformación digital no solo se basa en la reconfiguración tecnológica, sino también en el desarrollo de una cultura que respalde su implementación y que la entienda en todas sus vertientes.
Algunas empresas de nuestro país han entendido esta filosofía con buenos resultados y cada vez son más las organizaciones que, fruto de la innovación, están cosechando un incremento en sus ventas. En ocasiones, cercano al 40%, alineándose cuantitativamente con el resto de firmas europeas en proceso de transformación.
Como se puede deducir de todo esto, asumir un proceso de transformación digital con garantías requiere un cambio de perspectiva. Uno que ayude a ver las oportunidades asociadas a su verdadero significado.
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